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Reconsiderar los criterios de lo apropiado y lo inapropiado, lo ético, lo prohibido y lo permitido para salirnos de los discursos normalizantes no implica desconocer las relaciones de poder en juego en nuestras elecciones sexuales (algo que excede al esquema binario del consentimiento jurídico) y menos que menos puede suponer minimizar el impacto probable o el daño eventual que una actividad o elección pueda tener sobre unx mismx y sobre lxs demás, especialmente cuando la autonomía personal de otrxs pueda quedar implicada de una manera no elegida por esas corporalidades afectadas.
(la ilustración es de Yoshitomo Nara)